miércoles, 16 de abril de 2008

1º ARTÍCULO

Durante esta última semana se ha hablado en exceso sobre la forma, los criterios y la probidad utilizada en la entrega de las Becas Presidente de la República para cursar estudios de postgrado en el extranjero, beca que existe desde el año 1981.

Nadie podría negar los criterios que la guiaron durante la Dictadura y como se fortaleció, a través de ella, la formación de profesionales capaces de sostener las leyes neoliberales impuestas durante la Dictadura en Chile.

Los ´90 en cambio debían dar un giro en los criterios y las formas, pero no se experimentaron grandes cambios por lo visto en la prensa durante estos días. Esto es un grave problema, sobre todo si pensamos que la generación de conocimiento es una herramienta fundamental para democratizar una sociedad, permitiéndole crear nuevas contradicciones o paradigmas y buscar las soluciones que les entreguen el mayor bienestar posible a sus miembros.

Lamentablemente mucho de esto no sucedió, y no me refiero a las críticas sobre si el hijo de un ministro o político conocido obtuvo esta beca, situación que sí nos debe hacer pensar sobre la probidad en la entrega de esas becas y en el por que se hicieron profundos cambios en el mecanismo de selección de los becarios el año 2006.

Lo que sí es profundamente preocupante de esta discusión y lo que se debe valorar es la necesidad de generar mecanismos “meritocráticos” en la entrega de estas becas que financiamos todos los chilenos. Es por eso, que la mayoría de lo que ha salido en los medios de comunicación debería quedar sólo como una pelea entre dos grandes grupos de poder, donde algunos imponen su fuerza e influencia económica y otros la política.

La selección debe ser por “mérito”, esta es la frase más escrita por los expertos en educación o de los políticos que han intentado abordar el tema. Pero, ¿como se miden los méritos?. Es posible que uno crea que en la sociedad chilena actual es meritorio o muy meritorio que un joven que vive en una población de alto riesgo social, perteneciente al primer quintil de ingresos y que estudió en un liceo municipal de su comuna logre ingresar a estudiar una carrera tradicional (puede ser medicina, derecho, ingeniería comercial o ingeniería civil por nombrar alguna) a una Universidad de excelencia (Universidad de Chile o Pontificia Universidad Católica) y puede ser mucho más meritorio que consiga terminar su carrera sin grandes problemas.

Para otros, en cambio, los méritos se miden sólo por los resultados académicos, por lo tanto, sólo los que ingresan con los mejores puntajes a la Universidad y egresan de sus carreras con los más altos promedios poseen los méritos necesarios para optar a las becas de postgrado. Lamentablemente parece que esta última es la condición que la mayoría de los que deciden sobre la entrega de las becas consideran como mérito.

Según los resultados de la última Prueba de Selección Universitaria (PSU), los mejores puntajes se concentraron en los sectores de ingresos altos, alcanzando los jóvenes de escasos recursos en contadas ocasiones romper las barreras impuesta por un sistema educacional altamente elitizado y excluyente,

Cabe recordar que para el periodo de ingreso 2007 a la educación superior sólo el 0,64% de los jóvenes cuyas familias tienen ingresos iguales o inferiores a 278.000 pesos supero los 700 puntos, mientras que el 16,74 % de los jóvenes cuyas familias tienen ingresos superiores a 1.400.000 supero los 700 puntos promedios entre lenguaje y matemáticas en la PSU.

L
os méritos en el sistema educacional chileno se miden por los resultados obtenidos en la vida académica y no por el esfuerzo o las barreras superadas, por lo tanto, si hablamos de generar un modelo meritocrático sólo aseguramos una lucha más “democrática” entre los miembros de los grupos de elite, evitándose ventajas de un grupo sobre otro, dejando de lado en su disputa las diferencias políticas. Evidentemente esto sigue dejando sin posibilidad de especialización y de influir en los destinos de la patria a la mayoría de la población que no es parte de estos grupos.

Cuando hablemos de meritocracia en la educación se debe pensar inmediatamente de que esta no es posible si se mantiene el sistema educacional chileno actual, el cual es altamente antidemocrático y se esfuerza por mantener círculos de exclusión social, política y cultural.

La meritocracia sólo será posible en Chile cuando a todos y todas se les entreguen los mismos elementos para desarrollar sus capacidades y aptitudes, cuando el lugar y las condiciones con que se nazca no marquen nuestro destino.

Este nuevo año académico marcará positiva o negativamente el destino de nuestra educación, la consolidación de las demandas levantadas por los estudiantes secundarios y el mundo social el año pasado podría ayudar a crear un sistema más justo y democrático, pero si estas demandas no son materializadas lo más probable es que se sostenga un modelo bastante similar al actual con algo más de fiscalización estatal pero sin resolver las grandes desigualdades existentes. Por lo tanto, la construcción de un sistema realmente meritocrático en la sociedad requiere transformaciones profundas en los pilares rectores de la educación chilena.

Las discusiones sobre estos temas son necesarias y se deben dar abiertas a toda la sociedad, somos nosotros, los ciudadanos quienes debemos señalar los cambios fundamentales que nuestro país debe desarrollar.

http://www.argenpress.info/nota.asp?num=040192&Parte=0



ANÁLISIS

Hoy por hoy existe una desigualdad notoria en nuestro país, ya sea en educación como en el ámbito social, lo cual nos debería hacer pensar y organizar un buen sistema de medición que vaya acorde a cada nivel de educación. Como lo dice el artículo, esto viene desde hace mucho tiempo atrás, se ha hecho un “esfuerzo” por cambiar pero hasta ahí no han hecho nada mas, porque si se trata de igualdad para todos hoy en día nada es así, un ejemplo claro es que el 20% de la riqueza del país va repartida para el 80% de la gente y el 80% de la riqueza va para un disminuido y acomodado 20% de gente, lo cual muestra un cifra desproporcionada en la repartición, lo que ya empieza a vincularse con lo que nos informa el artículo que es el tema de la llamada “Meritocracia” en el ámbito de la educación. En este caso se habla de la entrega de la famosa Beca Presidente de la República, a quién y por qué la entregan.

De partida puede que sea válida su manera de elegir, que es solo viendo resultados, ya que la palabra Meritocracia viene del Latín “Mereo” que quiere decir merecer u obtener y en una sociedad que se hace llamar meritocrática se premia al esfuerzo por sobre la posición social, pero lo que no toman en cuenta es lo antes mencionado que es la desigualdad en la educación a la cual tienen acceso los diferentes estratos sociales, como lo muestra claramente la cifra del 0,64% de los jóvenes con ingreso familiar de 270.000 o menos superó los 700 en la PSU, y el 16,74% de los jóvenes con ingreso familiar superior a 1.400.000 superó los 700, lo que muestra una clara dificultad en los sectores mas necesitados que solo pueden optar por educación municipalizada, o sea mas barata, lo cual trae como consecuencia que la infraestructura como muchas cosas mas sean de mala calidad y los recursos para enseñar mejor no sean de lo mejor dificultando el aprendizaje. De esta manera no es justo medir a todos de la misma manera, hay un esfuerzo por detrás por salir adelante sin las facilidades que tienen los sectores acomodados, en cambio los con menos recursos tienen un valor extra por sacar adelante sus estudios viviendo en un lugar en donde son excluidos y todo cuesta mucho más. Es como el valor extra que le pueden dar por ejemplo en la comparación de dos guitarristas, uno que estuvo en clases particulares o en un conservatorio y el otro autodidacta aprendiendo solo y que los dos están en un mismo nivel de técnica y todo lo demás, ninguno es mejor que el otro, pero uno tiene más méritos por haber podido aprender solo.

Un gran ejemplo de Meritocracia es la historia de Caupolicán que para ser jefe o Toqui en la guerra contra españoles, en 1558, estuvo cargando un tronco por 2 días y 2 noches lo cual muestra que fue un concurso en donde se premió el esfuerzo y un concurso transparente y legítimo, en este caso todos estaban en igualdad de condiciones, tanto Caupolicán como sus contrincantes (Lincoyán, Elicura, etc). Entonces si en ese entonces fue así, por qué no seguir el ejemplo y democráticamente exigir una repartición justa de todo, eso tampoco se puede en estos momentos ya que debido a lo mismo anteriormente mencionado (desigualdad) todo gira por donde mismo y no hay movilidad social, solo algunos tienen acceso a pertenecer a cargos mayores y así manejar el sistema político a su manera, como dice el dicho “Quien parte y reparte, saca la mejor parte”. Solución posible: se dará cuando haya igualdad de condiciones desde el nacimiento sin discriminación y exclusión, en ese momento se podrá hacer un concurso justo en donde muchos sectores de la sociedad podrán ser partícipes del país, pero por ahora es una utopía, aunque la esperanza es lo último que se pierde.

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La nota de mi autoevaluación es: 4,62

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